lunes, 2 de junio de 2008

La cartilla, por Laura Rivera

Otra vez la coordinadora de IU Zamora vuelve a dar en el clavo con su opinión publicada :

Aquí pego el artículo, real como la vida o situación misma.

Gracias, Laura.


La cartilla.

Laura Rivera.

A algunos niños de antes, apenas aprendíamos las letras de la cartilla de la escuela nos abrían una cartilla en el banco para inculcamos el valor del ahorro para el futuro, aunque el presente de entonces en la familia era el pago de otras letras que vencían en el corto y fatídico plazo de fin de mes.

Con ese rito de iniciación entrábamos en el "abc" del capitalismo, en el que los que se gastaban la propina del domingo eran los borricos que no sabían ni la "u", y los otros eran los sabios que se aprendían hasta la zeta de Zamora.

Nos aprendimos así todas las lecciones del capitalismo. Y los que seguimos siendo los últimos del abecedario, como le pasa a Zamora, vemos en estos días que cuando la economía va bien, aquí no llega la bonanza, pero cuando va mal, la crisis se ceba con nosotros por ser menos ricos que los de otras zonas que resisten mejor la embestida sin que se rompa del todo la maroma que les liga al desarrollo.

Aquí no hemos llegado a coger el toro por los cuernos, y las cornás del hambre empiezan a clavarse en carne propia. Apenas alguna empresa empezaba a despuntar en el paisaje en los años buenos, cuando la crisis golpea a Bajoz y a Valsan, y con ellas como símbolo a las cosas de beber y a las casas de vivir.

Se tambalean la construcción y la alimentación, sectores en los que Zamora tenía puestas sus complacencias empresariales; se disparan los costes de la luz y la gasolina, y los precios de las cosas de comer suben tanto como los parados que no podrán comprarlas.

Para los niños de antes y gente de orden ahora, puede que haya llegado el momento de recordar la primera lección y echar mano de la cartilla en la que, propina a propina aunque con los años la llamaron sueldo, escribieron con renglones derechos el futuro seguro.

Pero aún les queda por aprender la última lección del capitalismo: sus ahorros de toda la vida se pueden haber esfumado en la Bolsa, y las propinas anotadas en la vieja cartilla no ser más que papel mojado, como ha pasado en Morales de Toro.

Las grandes estructuras financieras que cuando quiebran reciben el dinero del Estado, nuestro dinero, para garantizar supuestamente los ahorros de los pequeños impositores, no son capaces de devolver a los niños de antes el dinero anotado en la cartilla para que no sufran las consecuencias de los grandes impostores.

Todavía no ha salido ningún responsable bancario diciendo que devolverán hasta la última peseta de antes a los aplicados alumnos de Morales de Toro, a los que no les leyeron toda la cartilla hasta hoy, cuando les espera la dura lección de reclamaciones y pleitos.

En Toro también un hombre ha aprendido de golpe otra lección financiera: si no paga la hipoteca al banco, sólo le queda el embargo o la desesperanza de volar su casa con él dentro. De nada sirven las palabras aprendidas con la cartilla de la escuela para que los pajarillos volasen libres. El capital es débil con el fuerte y fuerte con el débil.

El mismo capital que nos regatea el sueldo, se queda con el excedente si no nos lo gastamos: hunde la bolsa, deslocaliza la empresa para que no la encontremos, se lo lleva a través de Gescartera o de los sellos, monta un corralito como el argentino... y acaba en un paraíso fiscal donde unos pocos viven a costa de los sueños de futuro de los niños del país de nunca jamás. Es el sistema que permanece pese a los cuarenta mayos tras el 68 que llevamos vividos, y que se perpetúa "leyéndote la cartilla" cuando te sales de los renglones derechos o te atreves a escribir con renglones torcidos.

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