lunes, 13 de agosto de 2007

La comida del monstruo

Reproduzco aquí, con el permiso de la autora, el fabuloso artículo escrito por nuestra compañera Laura en el que se habla sobre todo de futuro, sin dejar de mirar al pasado.

¡¡Disfrutad y pensad!!

La comida del monstruo

Laura Rivera Carnicero.

La subida de los cereales que se prevé para los próximos años puede que sea recibida con cierto optimismo por los pocos agricultores que en Zamora se han mantenido cultivando la tierra, pese a crisis, cupos, bajada de precios, primas, reestructuraciones y "oceemes" mundiales de productos varios.

Es sin embargo una noticia pésima para los consumidores que verán subir a la vez los alimentos básicos de la dieta como el pan, la leche o los huevos, debido al "efecto mariposa" que en la economía mundial se produce cada vez que mueve sutilmente las alas cualquier animal ligero, y más si lo hacen los grandes buitres (con perdón para las inofensivas aves) de las finanzas y los pesos pesados de la macroeconomía.

El huracán que el leve aleteo puede provocar va a afectar a todas las partes del mundo globalizado y, como siempre que sucede una catástrofe "natural", se va a llevar por delante a los menos protegidos, a los más pobres, a los más débiles, a los de siempre.

Esta vez, como todas, la razón esgrimida para la subida del precio de los cereales está revestida de buenas intenciones y fines altruistas: para evitar el calentamiento global de la Tierra y las mayores catástrofes de él derivadas, hay que reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera y sustituir el petróleo por biocarburantes, quemando cereales y otros productos agrícolas para producir energía. Todo por nuestro bien, el de la población mundial; por nuestro futuro y el de nuestro planeta.

¿Por nuestro bien y el de la población mundial?

Según datos de las Naciones Unidas -recogidos en el libro de Riechman "Cuidar la Tierra"-, y por tanto nada sospechosos de manipulación izquierdista radical, el cuarenta por ciento de la producción de grano de la Tierra se transforma en pienso para el ganado mientras una quinta parte de la humanidad sufre desnutrición. Los cereales se dedican a alimentar a los pollos y a las vacas que devoramos los países ricos del mundo. Nuestras vacas están mejor alimentadas que los niños de muchos países de Africa.

Si ya resulta dura la situación derivada de transformar la comida en pienso, el insaciable monstruo del consumo exige ahora que el cereal se dedique a carburante para mantener un nivel de vida que se traga cada vez más energía.

Las consecuencias serán las de siempre: aumentará la población que sufre hambrunas, los pobres de los pobres, y se empobrecerán las gentes que ven subir la cesta de la compra de la alimentación. Porque a las subidas del pan, la leche y los huevos, seguirán las de la carne y la energía, en una espiral que levantará muros aún más altos de desigualdad entre los más ricos y los más pobres.

El capitalismo se revela como el nuevo dios que, al igual que en las sociedades primitivas exigía sacrificios humanos para protegerlas de los males que él mismo podía provocar con su poder, sigue ahora insaciable pidiendo su cuota de inocentes para ser devorados por el monstruo.

Como entonces, los sacerdotes son los maestros de ceremonias que nos llevan al sacrificio de unos pocos mártires para salvar a la tribu, pero que nunca se inmolan ellos. Los nuevos gurús de la economía mundial se muestran como los intermediarios entre el dios del capitalismo, al que dicen conocer y saber cómo tratar, y los desvalidos e ignorantes hombres mortales dispuestos al sacrificio para evitar males mayores.

En Zamora, que es parte del mundo no tan olvidada, los campesinos preguntarán por la prima para cultivar el alimento del monstruo y llenarán los campos de cultivos bioenergéticos mal pagados en origen; los ganaderos alimentarán sus reses con el pienso más caro, y ellos junto con el resto de los zamoranos se ajustarán el cinturón en el supermercado.

Quizás lleguemos a ser una de las provincias pioneras en la producción de energía "bio", como lo fuimos en la "hidro" y los somos en la eólica, para que presuman los gobernantes, aunque con el mismo beneficio que hasta ahora.

Mientras, el monstruo seguirá devorando a sus hijos. A no ser que a alguien se le ocurra ponerle a dieta, a él y a sus barrigudos sacerdotes. O demoler el falso becerro de oro.


Bueno, pues a pensar, que para eso se ha publicado.

Saludos cordiales.

No hay comentarios: